En 1815, el Congreso de Viena elevó el Ducado de Luxemburgo al rango de Gran Ducado, haciéndolo teóricamente autónomo, pero lo vinculó por unión personal a los Países Bajos. Eran dos países distintos, pero dirigidos por un solo soberano: Guillermo I de Orange Nassau, rey de los Países Bajos, Gran Duque de Luxemburgo.
El Tratado de Londres de 1839 marcó el punto de partida real del Estado luxemburgués : dividió Luxemburgo en dos partes. La mitad francófona se asignó a Bélgica, la otra mitad, germanófona, siguió formando el Gran Ducado. A partir de ese momento empezó a construirse realmente la identidad luxemburguesa, y apareció, en particular, el primer himno nacional, en 1859.